“El Eco” o “El Encantamiento” – Rebeca Matte
Rebeca Matte Bello (Santiago, 29 de octubre de 1987 – París, 15 de mayo de 1929). Primera mujer chilena escultora en mármol y bronce, artista independiente. Inició sus estudios de escultora en Roma, Italia. Más adelante se traslada a París. Profesora en la Academia de Bellas Artes de Florencia. Única hija de Agusto Matte Pérez y Rebeca Bello Reyes. Se casó con el joven diplomático Pedro Felipe Iñíguez Larraín, de este matrimonio nació Eleonora Iñíguez Matte (1902-1926), quien cuando falleció en 1926 Rebeca Matte se alejó del arte y no volvió a crear, dedicó los últimos años de su vida a editar los versos que había escrito su hija. Murió, a los 53 años de edad, en París el 14 de mayo de 1929.
El Eco, mármol, 142 cm de alto, Museo Nacional de Bellas Artes, Chile. Escultura creada a inicios del siglo XX. Es una mitología griega, una ninfa del monte Helicón que amaba su propia voz.
El mito entre Eco y Narciso cuenta que cualquiera podía excusablemente haberse enamorado de Narciso, incluso cuando era niño, y cuando llegó a los dieciséis años de edad su camino estaba cubierto de numerosos amantes de ambos sexos cruelmente rechazados, pues se sentía tercamente orgulloso de su propia belleza. Entre esos amantes se hallaba la ninfa Eco, quien ya no podía utilizar su voz, sino para repetir tontamente los gritos ajenos, lo que constituía un castigo por haber entretenido a Hera con largos relatos mientras las concubinas de Zeus, las ninfas de la montaña, eludían su mirada celosa y hacían su escapatoria. Un día en que Narciso salió para cazar ciervos, Eco le siguió a hurtadillas a través del bosque sin senderos con el deseo de hablarle, pero incapaz de ser la primera en hablar. Por fin Narciso, viendo que se había separado de sus compañeros, gritó: —¿Está alguien por aquí? —¡Aquí! —repitió Eco, lo que sorprendió a Narciso, pues nadie estaba a la vista. —¡Ven! —¡Ven! —¿Por qué me eludes? —¿Por qué me eludes? —¡Unámonos aquí! — ¡Unámonos aquí! —repitió Eco, y corrió alegremente del lugar donde estaba oculta a abrazar a Narciso. Pero él sacudió la cabeza rudamente y se apartó: —¡Moriré antes de que puedas yacer conmigo! —gritó. —Yace conmigo —suplicó Eco. Pero Narciso se había ido, y ella pasó el resto de su vida en cañadas solitarias, consumiéndose de amor y mortificación, hasta que sólo quedó su voz.En cuanto a narciso un día sediento se acerco a un lago para tomar agua, al ver su reflejo tan esplendoroso se enamoro de si mismos y murió observando su propio reflejo.
Eco era una ninfa que cantaba y bailaba muy bien y desdeñaba el amor de todos los hombres. Esto enfureció a Pan, que ordenó a sus seguidores matarla. Eco fue descuartizada y esparcida por toda la Tierra. Gea recibió los trozos de Eco, cuya voz permanece repitiendo las últimas palabras de los demás.
Por Pastora Torrealba
Influencias.
Dafnis y Cloe fue el modelo de La Sireine de Honoré d'Urfé, la Diana enamorada de Montemayor, la Amintade Tasso, y The GentleShepherd de Allan Ramsay. La célebre Pablo y Virginia (1784) de Bernardin de Saint-Pierre refleja la misma historia. También, Maurice Ravel basó su ballet Daphnis et Chloé (1912) en esta historia.
Dafnis y Cloe (Δάφνις καὶ Χλόη) puede resumirse como el relato del descubrimiento de la sexualidad por parte de dos pastores adolescentes. Fue redactado por Longus, un escritor escurridizo del siglo II d.C., del cual esta es la única obra conocida.
A grandes trazos trata de dos niños que son abandonados en el bosque. Los bebés son rescatados y criados por dos familias vecinas de humildes pastores. Con el tiempo Dafnis y Cloe crecen, y surge una gran amistad entre ellos, fruto de verse a menudo durante las labores de pastoreo que sus respectivas familias les asignan. Pero al llegar a la pubertad un sentimiento nuevo nace en ellos. El deseo y hasta podría decirse el amor les embargan, instinto que no pueden saciar por no conocer el proceder necesario. El nexo del relato es el camino de aprendizaje de la sexualidad, que les hará pasar de niños a adultos, con el trasfondo argumental del secuestro de Dafnis i de Cloe, el descubrimiento de sus verdaderos progenitores, y otros eventos que simplemente aderezan la trama para que no se vuelva monótona. Es el mito de las primeras veces, del descubrimiento y la exploración, del sabor intenso que tienen las partes de la existencia que se catan por primera vez.
Todo ello transcurre en un entorno bucólico, en Mitilene, en la isla de Lesbos. El autor nos cuenta que se le ocurre la historia mientras caza en un bosque consagrado a las ninfas, al hallar unas pinturas con los diferentes elementos que después formarán la narración. Se trata de un relato pastoral, con cierta carga erótica y una confección en tono mitológico. Ya al principio nos aparece el “mito del niño salvaje”, tan común en muchas culturas, al ser Dafnis y Cloe amamantados por una cabra y una oveja respectivamente, sin las cuales hubieran muerto antes de que los encontrarán sus padres putativos. Además, Cloe es abandonada en una cueva dedicada a las ninfas, que la protegerán durante todo el libro, con sus representaciones danzando esculpidas en las pareces. Pero más importante aún, cerca de la cueva bajo un pino hay una estatua de Dios Pan, ya algo olvidada. A mi entender se trata a todas luces de unculto pre-clásico, que se conservó en ámbitos rurales. Difiere de la demás polarizada mitología greco-romana, que se sustenta en la lucha del orden contra el caos, en su aspecto dualista que integra en un solo núcleo la naturaleza y lo humano, la delicadeza y la brutalidad, el bien y el mal, como dos cara de una misma moneda. Esta idea germina plenamente en la figura del dios Pan, protector de los pastores y los rebaños, mitad hombre mitad animal, amante de la música y de lujuria desenfrenada.
Volviendo a la novela de Lungus, vemos como esta se compone de una interesante mezcla dionisíaca, de lo mundano y lo divino, de lo natural y de lo artificial. Y es que a pesar que resulta poco creíble que unos jovenzuelos criados en el campo no conozcan a la perfección la mecánica de la reproducción, la historia es patéticamente humana y nos deleita con los curiosos intentos de Dafne de consumar la pasión. En una ocasión, queriendo imitar a los animales, monta a Cloe y se mueve espasmódicamente, consiguiendo al no atinar donde encajarse una calentura aún mayor. El beso y la contemplación de sus cuerpos desnudos es a lo máximo que llegan, hasta que una mujer interesada en Dafnis, con el pretexto de enseñarle el arte del amor, se aprovecha de él y le muestra el camino. El final del relato es, como no podría ser de otra forma, unyacieron felices y comieron perdices. Pero después de toda la novela, después de tanto quiero y no puedo, después de mil y un impedimentos en el camino del deseo, el esperado clímax dura apenas una frase
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